Mucho se ha dicho y escrito sobre la oportunidad de que un país europeo siga el ejemplo de Silicon Valley, en California (EE.UU.). Al fin y al cabo, en la era de Internet no hay fronteras? ¿o sí?
Lo cierto es que sí que las hay, aunque se hayan difuminado. También hay diferencias, algunas de ellas culturales, que hacen imposible plagiar en España el ecosistema creado en el próspero valle del silicio. Estas son las siete principales:
- Universidad de Stanford. Todo empezó alrededor de esta reputada universidad, que proveía de talento a las empresas de microprocesadores y tecnología militar que empezaron a asentarse en la zona. Aún hoy, de las carreras y posgrados de Stanford salen muchos de los profesionales de Silicon Valley.
- Mercado local más grande. Se dice que los fondos de capital riesgo americanos buscan proyectos con un mercado potencial de 1.000 millones de dólares y una tracción que justifique la rentabilidad de su inversión. Por eso, una de las principales ventajas de las empresas ubicadas en Silicon Valley es que su mercado local, EE.UU., tiene más de 300 millones de habitantes. Es, además, un país bastante homogéneo, con unas leyes federales, un idioma y muchos aspectos culturales en común.
- HP, Apple, Google, Twitter? Se dice que las primeras empresas en llegar a los valles de San Mateo y Santa Clara, como Apple, compraron un terreno libre de impuestos durante 35 años, por apenas dos dólares la media hectárea. El Gobierno de California prácticamente regaló lo que hasta entonces ocupaban cultivos de ciruelos y hierbabuena. Esto, junto con el tirón de Stanford, pronto atrajo a multitud de compañías tecnológicas, y aún hoy lo hace: Twitter, Snapchat, Airbnb?, casi todas las nuevas promesas puntocom se han instalado allí.
- Más inversores. Este caldo de cultivo atrajo, a su vez, a un buen puñado de fondos de venture capital. En Silicon Valley se concentra el 40% de todo el capital riesgo en EE.UU. Los inversores del valle del silicio son, además, diferentes: apuestan por el emprendedor por encima del producto, y suelen estar dispuestos a invertir cuantías más generosas que en España.
- Sin financiación pública. Una característica de Silicon Valley es que, a excepción del bajo precio de los terrenos allá por la década de los ochenta, no ha habido dinero público. Toda la financiación en privada.
- Cultura favorable al cambio. En EE.UU. es común que los jóvenes se tomen un año entre el high school y la universidad para pensar en qué camino se quiere tomar. También está bien visto trabajar mientras se cursa una carrera, e incluso es relativamente frecuente que los alumnos de Stanford o Harvard dejen sus estudios para emprender una aventura empresarial... Y se les valora por ello. La cultura norteamericana es así muy abierta al cambio, al riesgo, y también al fracaso.
- Menos riesgos para el emprendedor. En cualquier caso, es sencillo no temer el fracaso empresarial cuando éste no significa el embargo de tus bienes personales. En España, la nueva Ley del Emprendedor avanza en este sentido, pero aún hay terreno que recorrer.
No seamos pesimistas. Que no podamos ser iguales que Silicon Valley no significa que no haya oportunidad para la innovación tecnológica en España.
Talento, un mercado local atractivo e inversores son las tres patas fundamentales para crear un verdadero ecosistema. Si se tienen dos de ellas, la tercera viene prácticamente sola. Talento no falta, pero las fronteras españolas difícilmente pueden moverse. El futuro, por lo tanto, depende de la capacidad de internacionalización de las start ups. Latinoamérica, ¡allá vamos!